Juan Ciudad Duarte (hoy San Juan de Dios), nació el 8 marzo de 1495, en Montemor-o-Novo (Portugal), de familia muy humilde. En 1503 con solo 8 años abandona la casa de sus padres para seguir a un clérigo de paso y se establece en Oropesa (Toledo) (España), en la casa del jefe de pastores Francisco Cid Mayoral, al cual le servía para pastorear sus rebaños y ayudar en las labores del campo.
A los 22 años se alista en el ejército de Carlos V y participa en varias guerras, la última en 1532 en Viena, contra los ejércitos del Sultan Turco, Soliman el Magnifico . Fue para él una dura experiencia, siendo expulsado.
En 1535 se pone a trabajar como picapedrero asalariado en la fortificación de la ciudad de Ceuta. Allí ayuda con sus pocos ingresos a una noble familia portuguesa que vive desterrada y en la ruina. De Ceuta pasando por Sevilla se traslada definitivamente a Granada en 1538, y abre una pequeña librería en la Puerta Elvira. Sería en esta librería donde comienza su contacto con los libros de tipo religioso.
El 20 de enero de 1539 se produce un hecho trascendental. Mientras escuchaba el sermón del padre Juan de Ávila, en la Ermita de los Mártires, tiene lugar su conversión. Las palabras de Juan de Ávila producen en él una tal conmoción, que le lleva a destruir los libros que vendía, vaga desnudo por la ciudad, los niños lo apedrean y todos se mofan de él. Su comportamiento es el de un loco y, como tal, es encerrado en el Hospital Real. Allí trata con los enfermos y mendigos y va ordenando sus ideas y su espíritu mediante la reflexión profunda.
Al ver Juan el trato que allí recibían los enfermos se prometió a entregarse a los pobres, enfermos y necesitados, lleno de entusiasmo y humanidad. Cuando sale del psiquiátrico los recursos con los que cuenta son su propio esfuerzo y la generosidad de la gente. En un principio Juan utiliza las casas de sus bienhechores para acoger a los enfermos y desfavorecidos de la ciudad. Pronto tuvo que alquilar una casa, en la calle Lucena, donde monta su primer hospital.
Juan se hace popular en Granada que con su capacha iba pidiendo para sus pobres y enfermos gritando por las calles “HACED EL BIEN HERMANOS, PARA VUESTRO BIEN”. Tanta fue su fama que el obispo le puso el nombre de Juan de Dios. En los siguientes diez años crece su obra y abre otro hospital en la Cuesta de Gomérez.
Juan enfermó de una pulmonía a consecuencia de haberse tirado al río Genil para salvar a un joven que estaba en trance de ahogarse. El 8 de marzo de 1550, a los 55 años de edad sintiendo que le llegaba la hora de su muerte, se arrodilló en el suelo y con un crucifijo en las manos moría Juan de Dios. Su entierro constituyo una extraordinaria manifestación de duelo y fervor hacia su persona y su obra por parte del pueblo, la nobleza y las autoridades de aquella época.
La misma línea de conducta siguieron los primeros colaboradores de Juan, Antón Martín, Pedro Velasco, Simón de Ávila, Doménico Piola y Juan García.
Sus restos reposan en una urna en la Basílica que lleva su nombre en Granada.
Hoy en 51 países (14 europeos, 9 en Asia, 12 en África, 13 en el continente americano y 3 en Oceanía) donde los Hermanos de San Juan de Dios gestionan centros donde cada año se asisten a más de 20 millones de personas necesitadas, celebran la festividad de su Santo Patrón, fundador de la Orden Hospitalaria.
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