Al final del libro ‘La monarquía inútil' (Editorial Rambla), de Enrique de Diego, ya a la venta en Casa del Libro y El Corte Inglés, se inserta una especie de adivina, adivinanza, en la que se informa de que un conocido político tiene una abultada cuenta corriente en el paraíso fiscal de Las Bahamas. Estos son los primeros párrafos del polémico capítulo:
En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, nació ‘el paella'. Demasiado tópico. Empezamos de nuevo aunque sitúa al personaje fundamental de nuestra historia.
En un lugar de las 24 islas habitadas, 600 deshabitadas y más de 2.000 peñascos y escollos de las Bahamas, concretamente en su capital Nassau, ‘el paella' tenía una cuenta corriente con 130 millones de euros, que no eran fruto de su trabajo honrado, sino de lo que en La Mancha y en Las Bahamas se denomina corrupción.
Pero no adelantemos acontecimientos porque para conseguir tamaña fortuna, ladrillo a ladrillo, primero ‘el paella', hijo de padre falangista, hubo de abrirse camino en la vida y en el partido. Si conviene dejar sentado, en aras de la justicia, tan ciega y cándida en estos tiempos, que la cuenta corriente la compartía con ‘el bombillas', al que no sólo le unían lazos monetarios tan sustanciosos sino el más tierno afecto como consuegros.
Para que no falte detalle edificante en esta historia muy basada en hechos muy reales, amorosos ambos de sus esposas, también compartían la cuenta con ellas -amante de las joyas una, y aristócrata de rancio abolengo la de ‘el bombillas'- y la inmensa fortuna (más de 20 mil millones de pesetas para quienes aún cuentan en la antigua moneda, que haberlos, haylos).
De forma que la cuenta corriente de Nassau ha figurado y figura a nombre de ‘el paella' y cónyuge y ‘el bombillas' y cónyuge. La familia que trinca unida permanece unida, por la cuenta que le trae.
¿Cómo consiguió allegar ‘el paella' tanto montante a las islas de los filibusteros o paraíso fiscal, en términos modernos, cuando nació sin bienes de fortuna? Después de un breve paso por la abogacía, ‘el paella' se miró al espejo y aunque con cierto frenillo en el habla, se vio a sí mismo con sobresaliente gracejo y dio en verse con cualidades de político populista.
Besaba a los niños, saludaba a los curas y llevaba de excursión a las personas mayores, así enhebró mayoría absoluta tras mayoría absoluta, cinco, de modo y manera que superó en todo a los caciques de antaño, que, como el conde de Romanones, al menos, compraban el voto con su dinero.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada