dimecres, 15 de desembre del 2010

Don Justo: vivir para una 'catedral' (y 2)

  catedral de mejorada del campo (madrid)

Bastaría que la mirada quedase presa de estas anécdotas para atribuirle a la catedral de Justo un carácter kitsch del que carece por completo. La impresión es que, por el contrario, su arquitecto ha conseguido lo más difícil: materializar el espíritu, o espiritualizar la materia, y con lo más pobre y cotidiano entonar un canto al Creador.

La piedras desechadas por los constructores han sido transformadas en piedra angular. Desde el principio, Justo explicita que su motivación es religiosa; la catedral está dedicada a la Virgen del Pilar. El baptisterio, el altar mayor, la cripta... El lenguaje arquitectónico de la catedral engarza en todo momento con el tradicional de la Iglesia Católica.

Tal vez por esto, alguna gente le sigue negando el pan y la sal y se empeña en decir que don Justo es un loco, el loco de la catedral. No saben que los locos pueden producir ruido, pero no crear belleza.

Una prueba más de que lo Alto reverbera entre estas piedras es la reacción de los visitantes. A veces algún viajero se le acerca para decirle: “Había perdido la fe, pero viendo este templo sólo puedo pensar que algo así no puede hacerse sin la mano de Dios”. No sería la primera vez que algún turista, contemplando la catedral, se echa a llorar.

Ante estos comentarios, Justo –enjuto, fibroso y acechante– unas veces ríe y otras calla y, ante los visitantes, se le adivina una pizca de más que legítimo orgullo. Pero no se explaya demasiado; el tiempo apremia. Aun así, es inevitable ceder a la tentación de interrumpirle una vez más para preguntarle: pero oiga, ¿cómo ha levantado todo esto usted solo?: “Mi madre me educó muy bien y yo trabajo con ansias por amor al Señor”. No conviene incordiar más; es verdad, queda mucha faena por hacer.