Se acabó el desgobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el pasado viernes celebró su último Consejo de Ministros, tras el que Zapatero se negó a dar la cara y a comparecer ante los medios de comunicación para despedirse ante la opinión pública por el temor a no saber que decir ahora a los españoles después de su estrepitoso fracaso al frente del país, como tampoco se atrevió a dar la cara en la noche electoral del 20-N después del estrepitoso fracaso de su partido del que sigue siendo el secretario general -desde el PSOE se especula con la posibilidad de que dimita de la secretaría general antes de su congreso de febrero de 2012-.
A partir de ahora el PSOE estará en la oposición con Alfredo Pérez Rubalcaba en la cabeza con el discurso: vamos a hacer oposición de la buena, de la fetén, no como la que el irresponsable Partido Popular (PP) le ha venido haciendo al zapaterismo a lo largo de la última legislatura.
Es una forma nada sutil, más bien burda, de querer deslegitimar el triunfo de Mariano Rajoy y aparecer como víctimas de procedimientos y tácticas repudiables.
No perdieron las elecciones del 20-N por la corrupción que se ha asentado en todos y cada uno de los escalones de la Administración zapaterista, ni por sus mentiras, ni por provocar por su mala gestión el cierre de empresas y comercios a lo que se ha llegado a la friolera cifra de 5.000.000 de parados, ni por la frivolidad y el despilfarro: la culpa ha sido de Rajoy que "no ha arrimado el hombro".
La ocultación y engaño al Parlamento de la negociación con la banda terrorista de ETA hasta que ésta ha conseguido sin pedir perdón ni hacer autocrítica de sus crímenes llegar al Congreso de los Diputados, o la instrumentalización de la mafia policial y de alguno de los jueces de carné socialista para la conservación del poder al precio que fuere.
Ojala que el Partido Popular gobierne con otro estilo, y desde la mayoría absoluta devuelva el prestigio al Parlamento para que la costumbre de mentir en él desaparezca; se restablezca la separación de poderes, para que jueces y fiscales valoren su independencia y objetividad como su mejor patrimonio, y podamos saber toda la verdad de los atentados del 11-M y del chivatazo a los etarras en el Bar Faisán de Irún (Guipúzcoa), para que los culpables paguen privados de libertad por las muertes y el dolor que han ocasionado.
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