Las jueces Coro Cillán, Mercedes Alaya y Estela San José -foto- instruyen escándalos sobre corrupción que desgastan al partido gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Su independencia y carácter tienen eco en las investigaciones que dirigen.
Son jueces de instrucción. No se arredran. Aúnan paciencia, tesón e independencia. Incluso en campaña electoral, contra la costumbre implantada por los políticos y sus cómplices, han dinamitado el escaso crédito que le quedaba al PSOE. Las jueces están de moda. Sus autos, antes insignificantes y ahora temidos, han devenido en furiosos latigazos al partido gobernante. José Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba aún se retuercen de dolor. Y el escozor que les queda...
Gracias a estas amantes del orden y la ley se han destapado y recrudecido tres sonoros escándalos que atizan la desconfianza en los socialistas. El 11-M, para muchos enterrado, aún hierve entre las manos de Cillán. Los EREs fraudulentos de Andalucía llevan meses poblando portadas de periódicos e incendiando al PSOE. Y, por último y casi por casualidad, al inicio de la campaña amaneció el caso Campeón que tiene casi empurado en el Tribunal Supremo a todo un portavoz del Gobierno. ¿Cómo son estas magistradas y los casos que destripan?
EL 11-M, caso abierto desde el Juzgado de Instrucción número 43 de Madrid, Coro Cillán (San Sebastián, 1950) intensifica las pesquisas para desbrozar la confusa y polémica actuación del jefe de los Tedax de Madrid en el 11-M, Juan Jesús Sánchez Manzano, acusado por varias asociaciones de víctimas de tres gravísimos delitos: falso testimonio, omisión del deber de perseguir delitos y ocultación de pruebas. Entre las últimas decisiones de la juez están la de aceptar la acusación de Saed el Harrak –condenado por los atentados de Atocha– y la citación como testigo, hoy, del comisario general de Policía Científica en el 11-M, Carlos Corrales. Una posible condena a Manzano podría abrir la vía para desentrañar las incógnitas que aún pesan sobre los atentados que cambiaron la Historia de España. De ideología conservadora y carácter despistado, Cillán instruye con pasión una causa que algunos daban por muerta.
Los EREs y Griñán también instruye certera y vorazmente Mercedes Alaya (Sevilla, 1963), que lleva meses desenmascarando el escándalo de los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) fraudulentos. 700 millones de euros del dinero público andaluz se utilizaron para pagar EREs falsos. Esta misma semana, Alaya, que hasta tiene un club de fans en la red social Facebook, hizo público un auto en el que apuntaba al actual presidente de la Junta de Andalucía y ex consejero de Economía y Hacienda de la misma, José Antonio Griñán, como uno de los ejes de la trama corrupta. Austera y alejada de los periodistas que la asedian, se caracteriza por reclamar más y más información en cada uno de los autos que emite. En plena campaña, Alfonso Guerra arremetió contra ella y aseguró que había mantenido una “relación fuerte” con el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido (PP). La Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) emitió una nota de apoyo a Ayala, que sigue trabajando en silencio y sin pausa. Come un sándwich cada día en su propio despacho del Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla. Y entre bocado y bocado, también le hinca el diente a varios socialistas que van camino de prisión.
Blanco en el Supremo, una juez ha irrumpido en campaña por encima del resto.Se trata de la mujer que completa la terna: Estela San José (Valladolid, 1973), titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Lugo. Justo el día en que se iniciaba la campaña, San José elevó al Tribunal Supremo una exposición razonada en la que incluía los datos que, a su juicio, hacen creer que el ministro de Fomento y portavoz del Gobierno, José Blanco, podría haber incurrido en los delitos de cohecho y tráfico de influencias. La presunta implicación de Blanco en la operación Campeón se basa en las declaraciones realizadas ante ella por el empresario Jorge Dorribo.
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