La leyenda de Sant Jordi -San Jorge- y el dragón. Según la tradición popular, Sant Jordi era un militar romano nacido en el siglo III en la Capadocia (Turquía). El santo, que servía bajo las órdenes del emperador Diocleciano, se negó a ejecutar un edicto del emperador que le obligaba a perseguir a los cristianos y por esta razón fue martirizado y decapitado por sus coetáneos. Muy pronto se empezó a venerar como santo en la zona oriental del Imperio Romano y enseguida aparecieron historias fantásticas ligadas a su figura.
La gesta de Sant Jordi y el dragón se hizo popular en toda Europa hacia el siglo IX bajo el nombre de "Leyenda áurea" y fue recogida por el arzobispo de Génova, Lacopo da Varazze, más conocido como Lacobus de Voragine, en 1264, en el libro 'Legenda sanctórum'. En esta versión, sin embargo, la acción transcurría en Libia.
La versión de la leyenda más popular en Cataluña explica que en un pueblo llamado Montblanc de la comarca Conca de Barberà, vivía un dragón terrible que causaba estragos entre la población y el ganado. Estos para saciar la ira del dragón llegaron al acuerdo de ofrecerle cada día una persona en sacrificio.
Para ello, cada día se realizaba un sorteo entre todos los habitantes y el ‘elegido’ sería entregado al dragón cuando éste bajara al pueblo a por su recompensa. Uno de aquellos días, la suerte quiso que la propia hija del rey fuese ofrecida al dragón. Ésta era una mujer joven y guapa, muchos de los ciudadanos se ofrecieron a cubrir el puesto de la princesa con humildad, pero el rey se negaba inexorablemente ya que su hija era un habitante más de su pueblo por mucho que le doliera.
La princesa abandonó la ciudad sola con temor, caminando hacia su verdugo mientras que todo el pueblo miraba con tristeza y desconsuelo la inminente muerte de su princesa. Cuando menos se esperaba, la princesa vio aparecer a un joven caballero con armadura montado en un caballo blanco. La princesa intentó hacerle huir del lugar avisándole de los peligros que acechaban la zona, pero el caballero se negó diciéndole que él había venido a salvar a ella y su pueblo del malvado dragón.
Cuando apareció el dragón, Sant Jordi que así se le llamó al caballero, se enfrentó a él. Libraron una gran batalla hasta que el caballero clavó mortalmente su lanza en el costado del dragón. De la sangre que manaba de su costado se dice que nació un rosal, y que Sant Jordi entregó a la bella princesa la rosa más preciosa de aquel rosal.
El 23 de abril no es sólo famoso por la leyenda del noble Sant Jordi, sino que también se conmemora la muerte de algunos grandes escritores: Miguel de Cervantes y William Shakespeare, entre otros. Estos soberbios escritores han pasado a la historia por sus fabulosas obras, llegando a ser un símbolo importante en sus respectivos países.
Una forma de reconocer el trabajo de estos genios era bautizando este día como el día del libro, y así se hizo. En este día se venden libros por las calles en grandes paradas organizadas. Además, esta jornada es muy buena para lanzar al mercado nuevas novelas, y muchos autores la aprovechan y promocionan su último libro.
Es por eso que en Cataluna el día de Sant Jordi es tradición que los hombres regalan una rosa a las mujeres, y las mujeres les regalan un libro.
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