Europa cuenta con 50 millones de musulmanes y cada año aumenta el número de personas que practican el Islam en el viejo continente.
Francia (cinco millones) y Alemania (cuatro millones) cuentan con las comunidades musulmanes más grandes de Europa.
Su creciente presencia suscita fuertes temores ante el radicalismo islámico y encendidos debates sobre la falta de afinidad entre el Islam y las conquistas democráticas occidentales.
Según un estudio del instituto demoscópico IFOP, publicado por el diario francés “Le Monde”, los galos y los germanos se muestran profundamente escépticos sobre la posibilidad de integrar a las poblaciones musulmanas a sus respectivas sociedades.
Además insisten en que los valores del Islam -a menudo asociados con el fanatismo, la noción de arcaicidad, la discriminación hacia las mujeres, y la tendencia a cometer actos violentos- contrastan demasiado con las que se cultivan desde hace siglos en la cultura occidental.
La encuesta ofrece cifras que sorprenden a propios y extraños: el 68% de los franceses y el 75% de sus vecinos alemanes estiman que los musulmanes no están bien integrados en la sociedad.
Dos de cada diez habitantes de Francia y de Alemania ven la integración de los musulmanes como un fracaso total. Sólo una pequeña fracción de la sociedad de esos dos países (entre 22 y 24%) considera que la religión islámica podría ser fuente de enriquecimiento cultural.
El 42% de los galos y el 40% de los teutones señalan al Islam como una amenaza para sus sociedades.
El 17 de octubre de 2007 en un programa de TVE se demostró el poco interés que tienen algunas personas musulmanas en adaptarse en el país que viven.
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