diumenge, 27 de setembre del 2009

Los posibles errores de Zapatero

  las familias obama y zapatero

Todos lo padres tenemos el derecho de hacer que se respete la intimidad de nuestros hijos, y así lo había hecho hasta ahora la familia Rodríguez Espinosa, pero quizás la ilusión de estos padres para que sus hijas salieran en la foto con el presidente de EE.UU., les ha hecho cometer unos errores que seguramente les marcaran la vida a ellos y a sus hijas por mucho tiempo.

Primer error: Llevarse a la familia de turismo en un viaje oficial con cargo a los contribuyentes, claro. Después de años de preservar la privacidad de sus hijas, Zapatero las ha expuesto en un ámbito internacional ante cientos de personalidades y miles de fotógrafos. ¿No tenía mejor momento para llevarlas a Nueva York si quiere su intimidad?

Segundo error: Tratar de establecer una burbuja de intimidad en un viaje público en vez de asumir con naturalidad el séquito familiar, sea gótico o de cualquier otro estilo juvenil.

Tercer error: Ceder a la tentación de llevar a las nenas a la asamblea de la ONU. Comprensible y hasta tierno en un padre que desea que sus hijas asistan a lo que considera un momento cumbre de su carrera, pero incompatible con el deseo de mantener a las hijas en la intimidad. ¿A donde estaban sus asesores?

Cuarto error: Censurar la primera foto de la agencia EFE, cuando ya había sido distribuida a los periódicos. Esto provocó un morbo artificial en torno a la prohibición y rodeó el asunto de una expectación añadida.

Quinto error: La vanidad de posar con el matrimonio Obama ignorando que nada de lo que hace la Casa Blanca permanece en privado (vea esta web http://www.flickr.com/photos/whitehouse) y que en el mundo de las redes globales no es posible sujetar la circulación de una imagen.

Sexto error: Protestar por la difusión de la foto. Tiene derecho al pixelado del rostro de las menores, pero el esfuerzo baldío de Moncloa por detener la publicación ha delatado una evidente prevención temerosa e incrementado la curiosidad popular.

Un descuido escenográfico imperdonable en un hombre tan pendiente de las apariencias, que ha acabado zarandeado sin piedad en lo que esperaba como un momento de gloria.