¿Ángeles o demonios? Esta es la pregunta que suscita el comportamiento de los jóvenes. Por un lado, se guían por el «todo vale» y mantienen conductas de riesgo; por otro, exprimen al máximo su solidaridad. Es el retrato de una sociedad en crisis.
La reciente agresión sexual a una niña y la violación de otra por parte de varios chicos, algunos de ellos menores de corta edad, así como la denuncia conocida el sábado que detuvieron en Málaga a un niño de 14 años por abusos sexuales a otro menor, han reavivado el debate sobre los valores de los jóvenes y han suscitado numerosas incógnitas sobre su futuro en una sociedad cambiante y también plagada de incertidumbres.
Consumo de alcohol y de drogas, agresiones sexuales, indisciplina y violencia escolar, abandono prematuro de las aulas, rechazo de la inmigración y rebeldía sin freno hacia los padres... En definitiva, desorientación y desequilibrio entre la edad biológica y la psicosocial y comportamientos inadecuados o violentos.
¿Qué está pasando? ¿Por qué deambulan de esta manera los que están llamados a construir el futuro? Los padres se lamentan, tiran la toalla y, en el peor de los casos, conceden a sus hijos cuanto piden.
El problema es complejo y hay que abordar numerosos factores y contar con múltiples actores para analizarlo y buscarle una solución. En cualquier caso, la pregunta es inevitable:
¿Existe una crisis de valores en los jóvenes? La respuesta, al contrario de la canción de Bob Dylan, no está en el viento sino en la propia realidad.
Es muy fácil culpar de todo al colegio, a Internet, a las leyes o a la tele. Siempre a otro. Quizás habría que reformular la frase de Kennedy para que quedara así: «No preguntes qué puede hacer el Estado o la autoridad por tus hijos, pregunta qué puedes hacer tú por ellos».
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada