dilluns, 9 de juny del 2008

España investiga nuevas fuentes de energías

  biocombustible

Los biocombustibles han pasado de héroes a villanos.

En la cumbre de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), celebrada la pasada semana en Roma, ha quedado claro que se han convertido en un factor de encarecimiento de los alimentos. Diversos estudios presentados apuntan que estos carburantes, fabricados a partir de posibles alimentos, han subido los precios entre un 2% y un 15% en todo el mundo. Y los productos de alimentación son un 55% más caros desde junio del año pasado. El secretario de la ONU, Ban Ki-moon, pidió en la cumbre de la FAO más investigación para conocer su impacto. En esta línea, el organismo ha comenzado un proyecto piloto con cuatro países (Perú, Tanzania, Camboya y Tailandia) para evaluar el impacto que pueden tener los biocombustibles en la escalada de precios. El estudio incluye desde la viabilidad ecológica a la económica, examinando cómo afecta a los mercados internos alimentarios, energéticos e, incluso, de trabajo.

El ministro para el Desarrollo Agrícola de Panamá, Guillermo Salazar, indicó en la capital italiana que los biocombustibles pueden ser “una oportunidad para los países tropicales” siempre que su cultivo no entre en competición con los alimentos. Los biocombustibles que se comercializan en la actualidad son el etanol y el biodiesel. El primero procede en su mayor parte de la caña de azúcar, maíz, trigo, remolacha azucarera y yuca. Y el segundo emplea aceite de colza, aceite de palma y soja.

Una segunda polémica originada ha sido el consumo de tierra necesario para generar las materias primas y, como consecuencia, el impacto en la biodiversidad. El año pasado se empezó a acuñar el término agrocombustible para indicar precisamente que no son carburantes ecológicos, sino agrícolas. El impacto sobre el territorio, con grandes extensiones de palmas donde antes había selva tropical, suponen además de una reducción de hábitats para especies emblemáticas como el orangután, una amenaza para recursos como el agua. El debate de bioenergía versus seguridad alimentaria está servido.

Ahora, empresas y centros de investigación españoles han puesto en marcha programas de estudio de nuevos biocarburantes no procedentes de alimentos. Son los de segunda generación. El mix energético dentro de unos años podría incluir a la naranja, los porcinos o la paja de cereal. En Europa, el biogás procedente de purines ya es una realidad, como en EEUU la energía del heno.