divendres, 9 de novembre del 2007

Drogas

  Drogas

La drogadicción debe ser considerada a todos los efectos como una enfermedad crónica. Esta afirmación no es ya sólo una iniciativa de política sanitaria o un diagnóstico avalado por la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Psiquiatría, sino una sentencia científica. La acumulación de investigaciones sobre la biología de la adicción ha ratificado que el uso prolongado de drogas causa alteraciones cerebrales y cognitivas duraderas y que, por tanto, la drogadicción debe ser abordada como una enfermedad, con las mismas estrategias que la diabetes, el asma o cualquier otra patología crónica.

Una de las conclusiones más relevantes de las recientes investigaciones es que todas las sustancias adictivas, desde el tabaco a la heroína, pasando por la cocaína, el alcohol, la marihuana y las anfetaminas, activan los mismos circuitos cerebrales. Y ahí parece estar la clave del conocimiento y el tratamiento de las adicciones. "La dependencia a las distintas drogas, aunque se manifiesta con comportamientos diferentes, tiene mecanismos biológicos comunes que nos explican muy bien qué sucede en el cerebro", apunta el farmacólogo Jordi Camí, coautor junto con el también farmacólogo Magí Farré de una larga revisión científica sobre la drogadicción que se publica en el último número de The New England Journal of Medicine, la revista médica más citada en todo el mundo.

Por qué unas personas tienen más riesgo que otras de hacerse adictos? La pregunta es un desafió mayúsculo para los neurobiólogos de la adicción. Todo apunta a que los genes que determinan los distintos efectos de una misma diuga en unas personas y otras contribuyen al riesgo de adicción. Se sabe, por ejemplo, que los hijos de alcohólicos adoptados por familias no alcohólicas tienen más riesgo de hacerse adictos a la bebida.

En los últimos años se han descubierto numerosos genes relacionados con variaciones en el metabolismo de la nicotina, el alcohol, la hemina y otras drogas que se traducen en una mayor o menor tolerancia individual y en un distinto riesgo de adicción. Todos estos descubrimientos derivados del mejor conocimiento del genoma humano han generado más expectativas que realidades, según Jordi Camí, catedrático de Farmacología de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, pero no son suficientes para conocer la susceptibilidad individual a la adicción. Lo que sí está comprobado es que las personas adictas a una droga. tienen más posibilidades de ser adictas a otras.