diumenge, 11 de novembre del 2007

Cocaina

  Paladar agujereado por la cocaina

Michael A. Lypka, un cirujano californiano, se encontró hace unos días con un caso que nunca antes había visto. Un joven sano de 25 años, llegó a su consulta con un agujero en el cielo de la boca. Médico y paciente supieron lo que le sucedía: la cocaína le había taladrado el paladar. "El paciente tenía un consumo muy abusivo de cocaína y sabía que ésta era la causa de su problema.

De hecho, cuando Lypka y su colega Mark Urata, ambos del departamento de medicina de la Universidad del Sur de California (EEUU), examinaron al paciente "fue comunicativo sobre su historial de abuso. La historia y el examen clínico encajaban, lo que resolvió el diagnóstico: perforación palatal inducida por cocaína", relata el cirujano.

El joven llevaba más un año con la lesión y quería que se la reparasen quirúrgicamente. Cuando comía, el agujero del paladar dejaba que la comida pasase hacia la nariz (regurgitación nasal). También tenía perforado el tabique.

La perforación del tabique nasal es una de las consecuencias más frecuentes del consumo de cocaína (presente en el 5% de los cocainómanos). En casos más extraordinarios, este deterioro de tejidos se extiende al ala de la nariz o, como en el caso estadounidense, al paladar. "La cocaína es un potente vasoconstrictor. Disminuye el flujo sanguíneo y puede producir necrosis [muerte de tejido] por falta de riego", explica el cirujano maxilofacial Julio Acero. Para más 'inri', los adulterantes empleados en la droga, como talco o anfetaminas, actúan como irritantes químicos de las mucosas, ocasionando inflamación y ulceración.

Por eso, "en nuestro medio siempre que se ve una perforación y no se ve otra causa [un traumatismo, un tumor...], hay que pensar como posible motivo en el consumo de cocaína", explica este especialista. Algunos pacientes se sorprenden.

Los especialistas del departamento de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Gregorio Marañón (Madrid), dirigido por Carlos Navarro-Vila, recogían recientemente sus experiencias en un artículo, publicado en colaboración con cirujanos de la Universidad de Bari (Italia). Los seis pacientes que trataron, con una media de 38 años, tenían un largo historial de esnifar cocaína. Siete años y medio, más de dos gramos al día.

Los afectados compartían también consecuencias: sangrados nasales (epistaxis), destrucción de las estructuras internas y externas de la nariz, paso de la comida hacia la nariz, voz nasal..., y presentaban unas lesiones de casi 2 cm2 en el paladar duro o de 1 cm2 cuando se trataba del paladar blando. Salvo en uno de los casos, habían aparecido hacía unos meses, tras las perforaciones del tabique.