El golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 en España, también conocido como 23F fue un intento fallido de golpe de Estado perpetrado fundamentalmente por algunos mandos militares, cuyo episodio más conocido fue el asalto al Congreso de los Diputados por un numeroso grupo de guardias civiles a cuyo mando se encontraba el teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, durante la sesión de votación para la investidura del candidato a la Presidencia del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, de Unión de Centro Democrático (UCD).
El golpe de Estado de 1981 se encuentra estrechamente relacionado con los acontecimientos vividos durante la Transición Española. Cuatro elementos generaron una tensión permanente, que el gobierno de UCD no logró contener: los problemas derivados de la crisis económica, las dificultades para articular una nueva organización territorial del Estado, las acciones terroristas protagonizadas por ETA y la resistencia de ciertos sectores del ejército a aceptar un sistema democrático.
La debilidad creciente de Adolfo Suárez en el seno de su propio partido, propicia la presentación de su dimisión como presidente del Gobierno y de UCD el 29 de enero de 1981, en medio de este tenso clima, se ponen en marcha los procesos de sustitución de Suárez. Entre los días 6 y 9 de febrero tiene también lugar el II Congreso de UCD en Mallorca, donde el partido aparece descompuesto y es elegido como presidente Agustín Rodríguez Sahagún, y el día 10, Leopoldo Calvo-Sotelo es nombrado candidato a Presidente del Gobierno.
En este enrarecido escenario, el día 18, Calvo-Sotelo presentaba su gobierno, pero en la votación del día 20 no obtuvo la mayoría necesaria para la investidura, por lo que debía producirse una nueva votación el día 23, día que elegirían los golpistas para su tentativa de golpe de Estado.
Hoy, treinta y un años después son muchas las personas que desconocen que el fallido golpe de Estado estaba planificado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) para hacerse con el poder. Un acontecimiento muy importante dentro de la Historia de España, que el hoy exjuez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, nunca quiso saber nada de él.
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