dimarts, 7 de desembre del 2010

La 'narcosala' de Zona Franca cumple cinco años

  drogodependiente

La 'narcosala' móvil de la Zona Franca de Barcelona ha atendido en sus cinco años de vida a 1.400 drogodependientes, la mayoría supervivientes de la época de la heroína en Can Tunis que siguen un tratamiento de metadona y que se han pasado a la cocaína intravenosa o fumada.

El centro empezó con el fin del barrio de chabolas de Can Tunis, donde se concentraba gran parte de la compraventa y consumo de drogas de la ciudad, que después acabó diluyéndose por Ciutat Vella y la Zona Franca.

La quincena de drogadictos que cada día pasan por el bus de drogas son mayoritariamente hombres, españoles --un 70%--, de entre 38 y 42 años, muchos de ellos sumidos en un proceso de marginalidad y enfermos crónicos, aunque otros --los menos-- pueden combinar el consumo con un trabajo más o menos estable.

El bus de drogas de la Zona Franca está aparcado cada día cerca del Centro de Atención Primaria (CAP) Carles Ribas y cuenta con cinco trabajadores que atienden a los toxicómanos, controlan que hagan un consumo responsable, les curan y evitan las sobredosis.

Les dan un entorno seguro para inyectarse, algo que en muchos casos harían en plena calle o en algún rincón escondido, y les tratan de tú a tú, con respeto, aunque les exigen que cumplan unas normas de higiene y sanitarias para poder beneficiarse del servicio.

Lo principal: utilizar las jeringuillas y el material esterilizado que les proporcionan, no compartir jeringuillas, no manipular agujas y lavarse siempre las manos.

Comerciantes, colegios, centros médicos y entidades vecinales conocen a su equipo y tienen su teléfono para llamarles ante cualquier emergencia, ya que además de atender a los toxicómanos en su sala móvil, también tratan de evitar que se pinchen en la calle y abandonen las jeringuillas.

La Agencia de Salud Pública de Barcelona dirige cuatro espacios de consumo sanitario de drogas, las conocidas 'narcosalas', que funcionan también como centro de salud y se dedican a lo que técnicamente se conoce como "reducción de daños": para que el consumo de drogas no ponga en riesgo la salud de los toxicómanos ni la comunidad.

En el primer semestre de 2010 han pasado por estas salas una media de 630 personas, cuando en 2009 fueron 760. El centro más numeroso, con 189, es el de Baluard, que recibe a toxicómanos de la zona de Ciutat Vella. Las 'narcosalas', un sistema que existe en muy pocos países, han ayudado a que las muertes por sobredosis hayan pasado de las 150 anuales a 70 en los últimos años en Cataluña.