dimecres, 22 de desembre del 2010

Jóvenes en la calle

  el joven inmigrante

"No he dado un paso atrás". Abdu Toquen (nombre falso) no concibe el fracaso en su vida, pese a que hace cuatro meses perdió su trabajo y ha tenido que pedir ayuda al Casal dels Infants del Raval para no irse a la calle. Por segunda vez. Y es que, hace cinco años, ya conoció lo que es estar al borde del abismo.

Abdu experimentó ese vértigo que ahora siente de nuevo cuando cumplió la mayoría de edad y la Direcció General d'Atenció a la Infància (DGAIA) dejó de ser su tutor legal, tal y como establece la ley. Como tantos otros, su historia podría haber sido la de un joven que acaba malviviendo en la calle.

"Me salvé porque me porté muy bien", explica. Con eso, se refiere a que el currículum impecable que se labró a su paso por los centros de menores le ayudó a conseguir una de las nueve plazas que el Casal del Raval ofrece para reintroducir a jóvenes sin techo en la sociedad. Son pocos los que tienen una oportunidad.

Sólo hace falta ver el número de personas de entre 18 y 23 años que durante 2010 pidieron esta ayuda a la entidad: 141. El perfil, inmigrantes que no han logrado establecer una red social que les pueda echar una mano en caso de apuro, y pierden su trabajo.

"Situaciones como las de Abdu son habituales. La crisis ha dejado en la calle a muchos de los chicos que habíamos logrado incorporar a la sociedad", afirma Juanma Martín, uno de los técnicos de la entidad. "No todos son como él. Muchos se vienen abajo. Les resulta demasiado duro ver cómo casi lo habían logrado y, de repente, lo pierden".

Abdu dice que su carácter luchador es cosa de su familia, que cuando estaba en Marruecos le enseñaron a resistir para luego prosperar. Entre ceja y ceja, se le ha puesto convertirse en taxista. La licencia la consiguió hace unos años. Con una mentalidad así, es difícil que no lo logre.