La celebración tuvo lugar en el Memorial de Bathalapalli, lugar donde fue enterrado el ex sacerdote, y en ella desfilaron un millar de niños y niñas de las 17 escuelas de educación especial de la Fundación, 2.000 trabajadores y cerca de 3.000 personas en representación de todas las comunidades con las que dicha entidad trabaja.
Todos ellos fueron recibidos por Anna Ferrer, directora ejecutiva de la Fundación y esposa de Vicente Ferrer, además de Moncho Ferrer, director de Programas e hijo de ambos.
A su juicio, la Fundación y todos sus colaboradores tienen claro que la mejor manera de rendir homenaje a la memoria de Vicente Ferrer es continuar trabajando con el gran legado que dejó".
Esta entidad explicó también que su intención fue que todo lo que "ha dejado huella en los habitantes de Anantapur a través de los distintos proyectos de la fundación estuviese representado en la ceremonia.
Prueba de ello fueron las canciones que interpretaron jóvenes dálits, hoy licenciados universitarios; niños y niñas con discapacidad psíquica, que hoy se forman en centros de educación especial; mujeres de los shangams (asociaciones femeninas), con casi tres décadas de trabajo por la igualdad en derechos; y los campesinos que ya tienen capacidad de labrar su propio futuro.
El acto se inició con un ritual hindú durante el que los asistentes ofrecieron incienso y flores a la figura de Vicente Ferrer; siguió con el rezo de oraciones cristianas y musulmanas, y concluyó con la lectura de fragmentos del libro de Ferrer "El encuentro con la realidad", en castellano, catalán e inglés.
De este modo, la ceremonia pretendió aunar en el recuerdo las tres religiones más representativas en la India y la visión del humanista español.
El acto contó, además, con un intérprete de lengua de signos, a fin de garantizar que todos los discapacitados auditivos presentes pudiesen seguir los discursos.
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