(PD).- Un tatuaje puede servir para mucho más que decorar el cuerpo de por vida. Científicos alemanes han presentado esta semana los resultados de un estudio realizado en ratones, que demuestra que podrían servir para introducir en el cuerpo una nueva generación de vacunas.
Estas vacunas experimentales utilizan fragmentos de ADN para estimular una respuesta inmune en el cuerpo, y aunque sobre el papel resultan esperanzadoras, su desarrollo ha estado impedido hasta ahora por su baja eficiencia, al utilizar la vía clásica: inyecciónes intramusculares.
"Introducir el ADN mediante tatuaje podría facilitar una aplicación a escala comercial de estas vacunas", afirma Martin Mueller, del centro alemán de investigación contra el cancer, situado en Heidelberg, que ha coordinado el estudio publicado en la revista Genetic Vaccines and Therapy.
Pequeñas heridas que sirven para curar
Actualmente no hay ninguna vacuna de ADN en el mercado, pero son varias las farmacéuticas que están invirtiendo en este tipo de biotecnología, y que están realizando ensayos clínicos de su aplicación.
El avance de Mueller y de sus colegas consiste en haber trasladado esos ensayos a ratones, a los que les fue tatuada una vacuna contra el virus del papiloma en humanos (causante del cáncer de cuello de útero), mediante una tinta transparente.
Tras tatuarles con tres dosis de esta vacuna, compuesta por un fragmento de proteína de ese virus, los ratones produjeron muchos más anticuerpos que con las inyecciones intramusculares: hasta 16 veces más.
La razón para que el tatuaje permita una respuesta tan clara del cuerpo humano parece estar en su funcionamiento: pequeñas incisiones que provocan una herida y una inflamación. Como los tejidos resultan dañados, las células del sistema inmune del paciente buscan -y encuentran- de inmediato los antígenos en la zona de la herida.
Los autores del estudio advierten de que las vacunas tatuadas no serán la solución ideal para todos y cada uno de los casos -de hecho, resultan mucho más dolorosas que las inyecciones tradicionales-, pero sí podrían hacerse un hueco en aquellas enfermedades en las que los efectos secundarios resulten aceptables a cambio de una mayor eficiencia de la vacuna.
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