Por ese motivo, la profesora sostuvo que "tendrán más éxito las campañas y mensajes que resalten las repercusiones emocionales de una buena alimentación y actividad para la salud infantil". Ésta es una de las conclusiones de su tesis doctoral, defendida en la Universidad de Manchester. Para realizar el trabajo, ha llevado a cabo un seguimiento a 35 familias del colegio público Hilarión Eslava de Burlada (Navarra), con un total de 32 madres, 15 padres y 38 niños de 5 a 7 años.
Con respecto a la actividad física, los progenitores no expresan el mismo nivel de preocupación, según la investigadora: "Algunos incluso parecían desear que sus hijos fuesen menos dinámicos y promovían la realización de tareas sedentarias, como ver la televisión o realizar manualidades".
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