El Consejo General de los Colegios de Médicos emitió ayer un documento que, bajo el título ‘Ética de la sedación en la agonía’, pretende dejar claras las importantes diferencias entre la eutanasia activa y la sedación en enfermos terminales.
Así, la Organización Médica Colegial, que representa a todos los colegios de médicos de España, recuerda que “la frontera que separa una sedación en la agonía de la eutanasia activa se encuentra en los fines de una y otra”. La sedación busca conseguir, “con la dosis mínima necesaria de fármacos, un nivel de conciencia en el que el paciente no sufra ni física ni emocionalmente“, y se aplica sólo como último recurso, cuando se ha comprobado tanto la situación de muerte inminente o muy próxima que indican los datos clínicos como la existencia de sintomatología intensa y refractaria al tratamiento.
Tal como establece la deontología médica, esta sedación en la agonía nada tiene que ver con la eutanasia activa, cuyo fin es la muerte deliberada del paciente. La sedación en la agonía, por tanto, se podrá aplicar según la ética médica a pacientes que “en los pocos días u horas que preceden a su muerte son presa de sufrimientos intolerables que no han respondido a los tratamientos”. Pero la OMC recuerda, además, otros deberes del médico relacionados con el final de la vida: acompañar y consolar “que no son tareas delegables o de menor importancia, sino actos médicos de gran relevancia para la calidad asistencial”.
La aplicación de este tipo de sedación en la agonía, recuerda el Colegio de Médicos, exige comprobar siempre que hay síntomas refractarios, que la muerte está próxima, que el enfermo o, en su defecto la familia han otorgado el consentimiento y que el enfermo ha tenido la oportunidad de satisfacer sus necesidades familiares, sociales y espirituales.
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