Navidad, que bonita es ésta cuando se tiene salud, una familia, un hogar, etc. Pero que triste debe ser para las personas que están enfermas y sufren, que viven solas o en residencias olvidadas de los hijos, cuando no se tiene un plato de comida ni un techo donde cobijarse, o cuando se está muy lejos de la familia.
Hoy, esta Navidad desgraciadamente también será muy diferente para tantas miles de personas que se han quedado sin trabajo, ó viven en la incertidumbre de cómo será su situación laboral en un futuro no muy lejano.
Atrás han quedado aquellas navidades donde mayoritariamente se vivían con alegría, ya que no había tantos y tantos problemas laborables y económicos como los que hay hoy.
Estamos a unos 6000 parados diarios. Y lo peor está por venir, según anunciaba hace unos días el ministro de Economía, Pedro Solbes. En los últimos doce meses para obtener una mayor perspectiva temporal, el desempleo ha crecido en 894.000 personas, con un incremento del 42%. Jamás el paro se había incrementado con tanta rapidez en España desde comienzos del siglo XX.
Por si alguien intenta buscar una explicación en el crecimiento de la población activa, en el fenómeno inmigratorio o en alguna causa exógena, basta decir que el número de afiliados a la Seguridad Social ha caído en 671.000 personas en doce meses, lo que supone un promedio de casi 2.000 al día. Ello demuestra de forma inequívoca el intenso proceso de destrucción de puestos de trabajo, especialmente en la construcción y los servicios, que es la causa del elevado aumento del paro.
El vicepresidente económico ya augura que muchas más personas perderán su trabajo, sobre todo el próximo semestre, cuando, posiblemente, la crisis tocará fondo.
Pero aún así, esperemos que la crisis nos permita pasar a todos una feliz Navidad.
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